FotoArte de Carlos Raúl Lobo Díaz.
Esto de recordar es vivir, en la Venezuela de hoy, en estos tiempos pandémicos y de consecutiva aguda crisis económica, pone a más de uno, en franca nostalgia, toda vez, que ya no se puede disfrutar, a plenitud, por multiplicidad de factores, de la inclinación que se tenga hacia una actividad, sea deportiva, musical, folklórica, recreacional, religiosa, histórica, cultural, taurina.
Es la ilusión de recordar, aquella etapa de gloria de la Fiesta Brava venezolana, de momentos imborrables de nuestra memoria, de grandes tardes de festivales, novilladas, corridas de toros. Irremediablemente, estos no se volverán a disfrutar, producto de la ya consabida crisis pandémica, de estos tiempos de Dios, que han lesionado drásticamente a esta afición y pasión. Además, ahora está amenazada con extinguirse en el país, si los involucrados en lo taurino, “no se ponen las pilas”, se unen, consolidan, fortalecen, en un contundente frente en su defensa.
Nos tratan de necios, porque queremos mantener viva, la llama taurina venezolana, en la actual realidad país, que nos la quiere quitar de cuajo. Se trata de una afición tan propia como cualquier otra y si bien es cierto, que recordar es vivir, también es muy cierto, que de nada sirve, recordar y no luchar, a como dé lugar, porque la Fiesta Brava en Venezuela, no se esfume, por capricho de los ilusos que la adversan, que no tienen, cabeza y mente lúcida, para entender, que cada quien tiene derecho ciudadano, de disfrutar del apego, pasatiempo, hobby, afición que le impregna y recrea, su ser.
Sí ser necio es, en Venezuela, tener la ilusión de recordar, de luchar hasta los últimos de los días en el mundo terrenal, por nuestra arraigada afición y pasión, seremos necios siempre, conscientes y claros, que nada ni nadie, tiene el derecho de quitarnos y prohibirnos, de disfrutar de la actividad cultural que nos apasiona hasta la muerte y quizás más allá, de nuestra Fiesta Brava.
Punto en boca y olé, por siempre.
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