Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


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Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
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14/6/18

César Girón: Un torero hecho mito

A 86 años de su nacimiento. Foto: buscabiografias.com

por: Jesús Ramírez "El Tato"

86 años se cumplieron este 13 de junio del nacimiento de César Antonio Girón Díaz. De esta insigne figura del toreo americano, todos conocemos su brillante palmarés, su recia personalidad, su vida aferrada a retos que son ejemplo para quienes se inician en el complejo mundo taurino. Sabemos de la audacia de un joven que con el objetivo de ser figura del toreo, impuso formas y estilos, y se llevó por delante las ínfulas de los españoles tan apegados a la mitología del toreo y sus cábalas.

Todas las figuras del toreo sintieron el aguijonazo del "indio" venezolano que soez, irreverente y sin inhibiciones, fue pisando el terreno destinado a los privilegiados. En todos los países donde la fiesta brava tiene su representación, el nombre de César Girón se impuso, se hizo respetar y dejó secuela de hombría, personalidad, valor y serenidad en el ruedo.

Sus mejores tiempos de profesional, los vivió en grandeza. Se codeó con presidentes de República, cazaba con el generalísimo Francisco Franco, poetas e intelectuales lo aceptaban en su reducido círculo, el jet set caraqueño lo cobijó y sintió sus irreverencias y para que nada le faltara, se casó con una hermosa mujer adinerada de la más alta alcurnia francesa.

A César Girón, igual que lo admiraban por sus gestas en el ruedo y su personalidad, le odiaban y criticaban. Muchos no compartían sus gestos y desplantes, su carácter bonachón o sus irreverencias. La conducta de César Girón la marcó una tarde en la maestranza, cuando la plaza a coro aupaba al colombiano Pepe Cáceres, a quien hicieron prácticamente un ídolo, mientras que al local lo pitaban arduamente en gigante marco de reproche que César nunca olvidó.

Tras la muerte del César de la torería, ocurrida el martes 19 de octubre de 1.971, los mitos se incrementaron y quienes hasta el último día que se vistió de luces lo increparon, luego se volcaron en loas y comenzaron una especie rara de adoración. Vemos por ejemplo, en el sitio donde ocurrió el accidente en la autopista Regional del Centro, como se ha levantado un altas de adoración, donde destacan los llamados milagros, representados en togas, carritos, trajes de luces, fotos y recuerdos de gente que supuestamente ha recibido favores de César Girón.

En el barrio Campo Alegre de Maracay, también existe una capilla igual que en el sitio del accidente con recuerdos, fotos, imágenes que agradecen a Girón por favores concedidos. En la Maestranza, en el grupo escultórico La Girondina, nunca falta un ramo de flores que nadie sabe quién lo coloca. Y variadas son las historias, algunas jocosas, que cuenta el conserje Elpidio Fuentes, sobre hechos narrados sobre los milagros de César Girón.

Cristóbal Cedeño, de 45 años, nos da su testimonio. Solo vio a Girón en las postrimerías de su carrera. Le nació una férrea admiración que se convirtió en devoción por el hombre que supo superar obstáculos. Tras su muerte, su produjo una comunión entre el torero mito y el aficionado resignado a no verlo más vestido de luces. Poco a poco creció una repentina devoción que lo llevó a pedirle como si de un santo se tratara. Cuando a su hija Aurora de 20 años, le descubrieron una grave enfermedad, prácticamente desahuciada por le médicos, Cristóbal Cedeño, tras seis meses recorriendo médicos y hospitales, decidió pedirle a César Girón el milagro de salvarle a su hija. Confiesa, -aun impresionado- que le pidió con tanta fuerza la curación de su Aurora, que comenzó a mejorar y cuando regreso donde los médicos, la incurable enfermedad había desaparecido. En el lugar del accidente donde levantaron la capilla, cuelga de una reja, un cuerpecito de plata con un lazo rojo. Es el milagro que colgó por su hija Cristóbal Cedeño.

Será el gran César de la torería americana un santo al que pueden pedírsele favores o milagros?....Amigos consultados que tuvieron mucha conexión y confianza con César, comentan en torno a este asunto que tocamos con respeto, que un hombre como César, tan duro, incrédulo y realista, se reiría a carcajadas si despertara y viera tantas flores, fotos y recuerdos en su nombre.

Pero es el pueblo mismo que ha creado esta rarísima situación de devoción, y pueblo al fin hay que respetarle sus creencias, que en este caso han servido para prolongar la vida taurina de este insigne torero, que tal vez nunca imaginó, que tras fallecer, su nombre, su figura y su aura, pasarían al mundo de la mitología y las creencias populares.

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